Prehistoria y Protohistoria

Los vestigios mas antiguos de la presencia humana en las tierras de Sajambre se remontan al III milenio antes de nuestra era, pues tanto en la majada de Vegabano, situada en el término del pueblo de Soto a los pies de Peña Santa, como en el paraje de Oseja llamado Las Linares de Llaveno, se han localizado varios monumentos funerarios megaliticos que se inscriben en el conjunto de los 212 censados hasta el dia de hoy en la comarca de los Picos de Europa, construidos a lo largo del IV y III milenio a.C. por poblaciones de pastores y agricultores que poseían una cultura material asignable a los periodos Neolitico y Calcolítico.


Las construcciones megalíticas sajambriegas están situadas a una altitud de mas de 1.300 m en unos emplazamientos que responden a la generalidad observada en la localizacion de estas estructuras, pues acostumbraban a erigirse en collados con amplia visibilidad sobre los cuales existía una superficie llana, en lo alto de montañas y sierras, en confluencias de rios, en pasos naturales entre distintos valles o, en suma, en lugares topográficamente relevantes. Los túmulos están constituidos por bloques pétreos y tierra que formaban cámaras funerarias de planta rectangular y reducido tamaño para enterramientos colectivos, cuyos pobres ajuares solo han proporcionado industrias líticas. Pero además de su finalidad funeraria, estas construcciones cumplieron también la función de indicadores territoriales al delimitar el espacio de explotación económica de un grupo, de tal manera que los monticulos artificiales que cubrian las tumbas permitian un control visual del espacio asi humanizado. Este carácter de los túmulos megalíticos está sólidamente atestiguado en el registro arqueológico y se cumple en los megalitos de la Collada de Dobres, que separa los valles de los rios Dobra y Cares en su cabecera y es límite entre los actuales concejos de Sajambre y Valdeón; en los del Caben de Remoña, límite y paso de Valdeón hacia Liébana; en el túmulo de Llaveno que se localiza en un altozano que domina el valle de Oseja desde la ladera de poniente; y en los de Vegabaño que se sitúan en una altiplanicie cercana al actual limite de Sajambre con las tierras asturianas. En este sentido resulta interesante constatar como el termino "arca", habitualmente utilizado en Asturias para identificar dichas construcciones, se utiliza desde la Edad Media en esta zona como sinónimo de hito o mojón.

Lo cierto es que el espectacular avance que se ha producido en estos últimos años en lo que se refiere al descubrimiento de yacimientos prehistóricos en los Picos de Europa, ha llevado a los investigadores a afirmar que está región aún esconde un gran potencial arqueológico. Pero, por el momento, para el largo periodo comprendido entre el Neolitico y la llegada de los conquistadores romanos a estas tierras, los únicos indicios que nos permiten saber qué tipo de pueblos habitaron en Sajambre proceden de la Linguística. Es la toponimia la que nos informa sobre las lenguas que hablaron los diferentesgrupos humanos que a lo largo del tiempo fueron poniendo nombres a los lugares por los que transitaban y en los que vivían. A modo de ejemplo observemos lo que sucede con los siguientes casos: Sella (el nombre del río que cruza el valle en el que nace), Oseja (la población principal del concejo) y Sajam­bre (el nombre genérico del territorio).

Sella procede del hidrónimo Salía propio de pueblos que hablaban un indoeuropeo antiguo. Pero para que el primitivo Salía se transformase en el actual Sella tuvieron que producirse en él varias influencias lingüísticas de pueblos que hablaban lenguas diferentes al indoeuropeo primitivo. La primera de ellas se debió a la incidencia de los hablantes celtas que pronunciaron Sailia en lugar de Salía. Con la romanización, esta inflexión vocálica ,la¡" se asimiló al diptongo latino "ae" y se pronunció Selia (Saelia), forma que aparece en los documentos altomedievales y de la que deriva diréctamente el actual Sella. Por su parte, el topónimo Oseja es tautológico para algunos, mientras que para otros procede del salía indoeuropeo celtizado y latinizado, precedido de un prefijo en O de origen céltico (< au) que indicaría la existencia de un lugar concreto (quizá un núcleo habitado) en relación al río Sella cercano. El topónimo Sajambre también se celtizó pero originando ahora la forma Saliamine que significaba "el territorio por el que discurre el río Sella", para latinizarse más tarde en un Saliamen, inis, del que procede el actual Sajambre.

Según esto, la Lingüística nos dice que después de la cultura megalítica, Sajambre fue poblada, primero por indoeuropeos, más tarde por celtas y, por último, algunos de sus topónimos se latinizaron durante el proceso de romanización. Y aunque las aportaciones de la Lingüística tengan para el historiador un carácter secundario (válido únicamente si existe constatación arqueológica), el poblamiento de Sajambre por gentes preceltas y célticas coincide con lo acaecido en el marco global del Norte peninsular. Nada sabemos, en realidad, de los pueblos que habitaron en Sajambre en la época inmediatamente anterior a la llegada de los romanos al no haber proporcionado la Arqueología ningún resultado en este terreno por ahora; y hoy hemos de relativizar en gran medida las descripciones genéricas que facilitó el geógrafo Estrabón quien nunca estuvo en España sobre los pueblos del norte peninsular en el siglo I, pues muchas de ellas procedían de imágenes convencionales basadas en ideas estereotipadas que los clásicos tenían de los pueblos considerados por ellos como bárbaros, término que servía para retratar a todos aquellos grupos sociales cuya organización no se ajustaba a la forma de vida grecorromana.

No obstante y a juzgar por lo sucedido en otros lugares próximos, las gentes que se encontraron los romanos cuando llegaron a los valles de los Picos de Europa practicaban el pastoreo y la agricultura, conocían la metalurgia del bronce y del hierro, vivían en poblados fortificados llamados castros, se regían por leyes consuetudinarias, tenían creencias religiosas y poseían una organización social basada en el régimen patriarcal, con ciertos restos de matrilinealismo que conviene distinguir adecuadamente de lo que algunos consideraron de manera errónea como matriarcado. 

Textos y fotos del libro:
EL CONCEJO DE SAJAMBRE. HISTORIA, PAISAJES Y CAMINOS.
Elena E. Rodríguez Díaz y Guillermo Mañana Vázquez. Edita: Ayuntamiento Oseja de Sajambre, D.L. 2001

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