Edad Antigua
Por su situación geográfica, Sajambre debió formar parte de la Cantabria antigua, sometida por Roma en las guerras del 29 al 19 a.C., durante las cuales los cántabros y los astures lucharon contra las legiones romanas con tal fiereza y valentía que ningún historiador antiguo dejó de mencionar tales virtudes. ¿Formarían parte los habitantes de Sajambre de las fuerzas indígenas que sufrieron el acoso invasor en el Monte Vindio, identificado por algunos con los Picos de Europa, y que fue refugio de los cántabros tras ser derrotados en Vellica (o Bérgida)?
Esta hipótesis resulta hoy bastante incierta, ya que tanto la Arqueología como la Epigrafía han demostrado fehacientemente que fue Vellica (y no la variante Bérgida) el lugar al que quisieron referirse los historiadores antiguos, lo que significa que debemos descartar la localización de Bérgida propuesta por algunos para el cercano Valberga buronés, pues el castro de la antigua Vellica se encuentra en Monte Cildá, al sur de Aguilar.
Tras la conquista romana, en Sajambre debió vivir el pueblo cántabro de los vadinienses cuyo territorio transmontano, a juzgar por los hallazgos epigráficos, tenía como límite occidental el Cordal de Ponga. De esta época pudieran proceder varias piedras circulares de molino de mano de tradición castreña halladas en Oseja y Soto, así como una moneda de bronce acuñada en época del emperador Commodo (s.ll d.C.) encontrada en el lugar de Regulera (Oseja).
Pero la huella material más importante dejada por Roma en Sajambre fue la calzada que atravesaba el territorio de los vadinienses cismontanos (Cistierna, Valdoré, Crémenes, Riaño, Burón) y se internaba en el territorio de los vadinienses transmontanos (Sajambre, Amieva, Ponga, Cangas de Onís) a través del Puerto del Pontón, cruzando todo Sajambre y llegando hasta la costa asturiana. Parte de esta calzada romana se conoce hoy como la Senda del Arcediano, pero en el año 973 era designada en la zona como la vía Saliámica. Esta calzada era el tramo más septentrional de la vía romana que seguía todo el curso de los ríos Esla y Sella, que hubo de servir tanto para el control y colonización del territorio, como para dar salida al mineral extraído en las explotaciones mineras de la zona, produciéndose el mayor avance de la romanización en los siglos del Bajo Imperio, momento a partir del cual empieza a penetrar el Cristianismo en estas montañas cantábricas.
Durante mucho tiempo se creyó que los astures y los cántabros transmontanos apenas habían sido romanizados, algo que la Arqueología y los estudios de los especialistas han ido desmintiendo. Claro está que el índice de culturización de estas tierras nunca podrá equiparase al alto nivel de romanización alcanzado en otras latitudes peninsulares, pero también es verdad que ni los astures ni los cántabros más occidentales vivieron al margen de la civilización romana, porque con el tiempo y con la importante influencia que debió suponer el contacto con una cultura muy superior a la de las poblaciones indígenas, los habitantes de las montañas acabaron por adoptar la lengua latina, la escritura (que ellos desconocían) o muchas de las creencias religiosas romanas.
[ Volver ]
