Pío de Sajambre
El topónimo Pío, ya documentado como tal en el año 1005, es de origen incierto y pudiera estar emparentado etimológicamente con el Pido de Espinama.
Quizá en Pío haya que situar el templo cristiano más antiguo de Sajambre: la ermita de San Pelayo, hoy desaparecida, pero todavía en pie en el año 1703 y que llevaba como advocación el nombre del niño martirizado en la Córdoba islámica del siglo X, cuyos restos se trasladaron a Oviedo y cuyo culto se extendió con rapidez por todo el norte peninsular.
En el año 1703 esta ermita conservaba "su bóveda con los mismos huecos y macizos", su puerta de en medio y un campanario para una campana. Su deficiente estado llevó a los vecinos de Pío a contratar artífices llaniscos para su traslado y restauración.
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Lo que confiere a la ermita de San Pelayo las posibilidades de una mayor antigüedad no es su advocación conocida, ya que en el siglo X existía también la iglesia de Santa María de Oseja, sino una interesante leyenda relacionada con su fundación. Cuenta la tradición oral que el caballo de San Pelayo saltó desde el lugar llamado Cueto Songa hasta el lugar del emplazamiento original de dicha ermita, dejando el caballo la huella de su herradura en Cueto Songa.
Cueto Songa o Pico Castiello es un lugar que se encuentra en la falda del monte Niajo, sobre los pueblos de Pío y Vierdes, en el que se aprecian restos de cabañas circulares rodeadas por una cerca, que por no haber mediado estudio alguno no podemos saber si se trata de una construcción antigua (un castro de reducidas dimensiones) o si simplemente nos encontramos ante chozos para el encierro del ganado; su cerca o cuerria se comprendería además en este último caso por situarse las cabañas junto a un precipicio, por lo que pudo haber sido construida para afianzar la seguridad de las reses. No obstante, los estudios de don Julio Caro Baroja han dejado claro que la leyenda mencionada es exactamente la misma que se conserva en otros muchos lugares de Europa, Asia, África y América en la que se alude siempre a santos, héroes o personajes legendarios y cuyo contenido está retratando la cristianización de un lugar de culto pagano.
La vinculación que establece esta leyenda entre el paganismo y el cristianismo es sumamente interesante por dos motivos: primero, porque su auténtico significado nos dice que en Cueto Songa o en Pío existió algún lugar recordado o venerado que fue cristianizado en una época incierta; y segundo, porque a juzgar por lo sucedido con otras iglesias de la zona que están construidas sobre (o junto a) monumentos megalíticos, como las de Santa María de Mián (Amieva), Santa Eulalia de Abamia (Cangas de Onís), Nuestra Señora de las Nieves (Camaleño, Liébana) y, sobre todo, la de Santa Cruz de Cangas que ya existía con anterioridad al siglo VIII, nos índica que tal vez la fundación de esta ermita en Pío estuvo relacionada con los momentos en los que el Cristianismo empezó a penetrar en estas montañas y, por lo que sabemos, ya existían cristianos en la zona próxima a Covadonga hacia los siglos IV y V de nuestra era.
Hasta su desaparición, San Pelayo no fue otra cosa que una ermita porque la feligresía de Pío dependió de la parroquia de Santa Marina de Vierdes hasta el año 1904.
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